Consejos para que nuestros hijos coman sano

Superverd -

Antes de nada, desde Superverd, queremos trasladaros una cosa muy importante respecto a los hábitos alimenticios. Si queremos que nuestros hijos coman sano, tenemos que pensar que nosotros somos los ‘influencers’ y nuestros hijos los ‘followers’, por lo tanto, ¡prediquemos con el ejemplo

Todo lo bueno que hagamos por nuestra salud, plantará una semilla en los futuros hábitos de nuestros hijos. Si tenemos escondido lo prohibido (como dulces no saludables y comida extremadamente calórica) y lo colocamos en un armario cerca del techo, ellos conseguirán llegar. Todos hemos sido niñ@s y hemos encontrado el armario del chocolate, así que esta no es la solución para habituarles a comer sano. Igualmente, en conductas positivas; si como padres, acostumbramos a ir al monte o hacemos deporte, esto también será un buen ejemplo para ellos. 


Pero esto no es una invitación a convertirnos en personas muy exigentes ¡ni mucho menos! Simplemente, es un recordatorio de que, como padres que vivimos y educamos en un mundo digitalizado, podemos hacer más de lo que creemos por crear hábitos saludables en la alimentación de nuestros hijos. ¡Podemos ser influencers! 

Alimentación equilibrada

Tanto para adultos como para niños, una alimentación variada y equilibrada es fundamental. Así se obtendrán los nutrientes necesarios para garantizar una buena salud. Las frutas y verduras, por ejemplo, son ricas en vitaminas, minerales y fibra. Aquellas que son estacionarias, además, aportan lo que nuestro cuerpo necesita en cada una de las épocas. 

Establecer buenos hábitos 

Antes de comer, es importante aprender a comer. En ocasiones, comemos fruto del hambre, otras veces por ansiedad y en esos momentos, hasta nos olvidamos de masticar.  Por eso es importante educar a nuestros hijos para que mastiquen bien, lento, poniendo atención a lo que hacen y, con esto, ayudar a que sus digestiones sean mejores. 

Cuando hablamos de hábitos, también nos referimos a “normas”. Es importante fijar una hora de comida y acostumbrar al cuerpo a horarios y, más importante aún, es comer en familia (en la medida de lo posible) y, si no se puede, gozar de las cenas juntos. Contar cómo ha ido el día y escucharse unos a otros. 

Además de los buenos hábitos para una correcta alimentación, el periodista Michael Pollan afirmaba en uno de sus libros (‘Saber comer. 64 reglas básicas para aprender a comer bien’) que “no deberíamos comer nada que no se pareciera a la comida que comía tu bisabuela”. Y es que, según la visión de Pollan, ya no miramos alimentos, únicamente vemos grasas, nutrientes, hidratos de carbono, minerales… Por eso, como padres, es importante no obsesionarse. 

Hacerlos partícipes 

Desde poner a los hijos a escoger lentejas y enseñarles cuáles hay que retirar y cuáles son las buenas, hasta llevarlos al súper y cocinar con ellos. La alimentación no tiene porqué ser algo ajeno a los más pequeños de la casa. Y, para ello, es importante que sepan que también se aprende a comprar, a pedir o a cocinar. Implicar a los benjamines de la casa en el proceso es fundamental para que tomen conciencia de la importancia que tiene una buena alimentación. 

Juego y deporte

Para que el cuerpo funcione bien, el movimiento es fundamental y en los niños incrementa tanto su rendimiento escolar como su estado de ánimo. Es importante que no lo vivan como una obligación sino, más bien, como algo divertido. Por ejemplo, ahora que es época de setas, hacer un plan con los niños al aire libre donde ir a buscar estos preciados alimentos se convierte en una aventura; unificaríamos deporte, naturaleza y alimentación ¡y a los niños seguro que les encanta!

Sin alabanzas ni escándalos

Naturalizar la ingesta de alimentos saludables no es ni un mérito ni un castigo, es parte de gozar de una vida sana. Los especialistas aconsejan que todo sea casual y, para ello, lo mejor es proporcionarles alimentos que sean fáciles de agarrar y comer como, por ejemplo, una zanahoria o una manzana. Además, haremos flaco favor a nuestros hijos si los premiamos con un pastel por haberse comido un plato de brócoli.

Y es que los alimentos, sirven para nutrir no para saciar carencias. Si nuestros hijos asocian que cuando están inquietos les damos una galleta, esto generará un impacto negativo en la comprensión de sus propias emociones. Por eso es muy importante ni castigar ni premiar utilizando ni la alimentación como arma y mucho menos, el afecto. 

Y por último, sentido común, el menos común de los sentidos pero el que siempre funciona. Como padres y madres conocemos a nuestros hijos y siempre podemos orientarlos, dejar que propongan platos y observar nuestros propios hábitos. Es recomendable que haya variedad y equilibrio en nuestra alimentación, compuesta por frutas y verduras. 

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